jueves, 19 de septiembre de 2013

Presentación del libro "Deguaû de-gua'u. El ángel de la muerte" de Jorge Canese


por Damián Cabrera



Qué fecha es hoy. Hablamos de un libro, que se nos presenta, que en la fecha es un otro libro, y la fecha de hoy es un libro anterior, al mismo tiempo. Qué fecha.
            Yo saludo a Jorge Canese, el contemporáneo. Le saludo como un motor de dos tiempos: admisión, compresión, explosión y escape.

Para llegar a este libro de Canese, antes tuvimos que cruzarnos. Él tuvo que irse a Minga Guazú, a dar clases en la Carrera de Medicina de la Universidad Nacional del Este; uno de sus alumnos me habló de él y me regaló un libro suyo. Hace un año, coincidimos en otra ciudad, en otra fecha. Ahora reincidimos, en Asunción.
           
Este año los textos de Canese comenzaron a ocuparme. Hay algo en sus libros que parece que se me quiere mostrar pero nunca logro ver, y eso me inquieta mucho. Me hace incomodar sus poemas, y me hace molestarle al propio Canese; ahora inclusive, mientras trato de decir algo sobre este libro, porque parece que cuanto más me acerco, más me perturba, pero cómo tomar distancia.
Entonces, como no me queda remedio, traduzco los textos de Canese. No puedo conocer eso que no se me dice sino mediante una traducción. Y mi clave es siempre el polvo. Leo a Jorge Canese como leo el polvo de Minga Guazú: una humareda roja y turbulenta. El polvo incomoda, nubla la vista, sofoca, ensucia, tapona, corroe, mancha, seca, oscurece, paraliza. Las contaminaciones, los cruces, las coexistencias que habilita la voz kanesiana me remiten de alguna manera al espacio físico del Alto Paraná, atravesado por voces diferentes y por territorios superpuestos, en su frontera larga.
Y ahora Canese nos habla de gua’u. Esta palabra, cuya raíz es la raíz de tantas voces en guaraní, incluyendo la propia palabra guaraní.
Canese tartamudea, nombra por todos los costados posibles, hace del artificio su juego. De gua’u es acuerdo, es una mentira convenida; una que sostiene la convivencia; el enmascaramiento que oculta los aspectos intolerables del otro ante nosotros mismos, o que, por un instante, carnavalesco, muestra todo lo intolerable y lo que no está permitido, como un juego, uno muy en serio.
En de Gua’u Canese hiende con insistencia. Si quieren, pueden imaginarle con el bisturí, cavando sobre las palabras. Abre tajitos en los pliegues de las palabras, deforma su piel. Ya no se sabe si la parte rosada es el verso o el reverso. Y es que Canese nombra por partida doble: Las palabras se suceden, a veces sinónimas, a veces homófonas, para tratar de darle nombre a algo. Canese apela a una ineficacia del verbo. Una palabra no basta para nombrar una zona, una acción. Entonces lo que se me aparece en los textos no es la celebración de un sinsentido, ni el sentido otro. Cuando Canese nombra, renombra, repite la imagen con palabras distintas, mantiene las raíces y altera las desinencias, lo que hace es cavar con el bisturí, amputar el sentido unívoco, provocar una fisura en la certeza. El sentido unívoco y la polisemia se desmoronan.
De gua’u es subvertir la verdad, no es un mero japu, un mentir típico. Hay alguien que habla y hace oscilar lo que está a la vista. Ijapu pero añetete la he’íva: no está puesto ante la vista algo falso. En Asunción hay una casa conocida por todos, pero cuando se apagan las luces es una casa extraña.
Este libro es un error consciente, está escrito con omisiones, a propósito; no es un libro que engaña, pero juega a engañar. Y cómo nos gusta a algunos.
            Yo no me aguanto, y le pregunto a Jorge Canese qué fecha es. Él me dice que hay una fecha de rupturas personales, de procesos personales, que le empujaron a un lugar más cómodo, aunque eso fuera falso, aunque fuera poco, era lo que se correspondía con el emergente ser kanesiano.

Y ahí tenés, aunque sea de gua’u, tu fecha, tu punto de inflexión, la instancia que detonó lo que leíste después y que te ha estado desorientando.
Este libro es un libro crítico, porque da cuenta de una fecha crítica, un momento de fracturas y escisiones. Y el Canese que conocés apunta a eso, a la fractura, a la des-subjetivación, al desafío de la identidad clausurada del sujeto, empuja, estrecha, aprieta, constriñe, las formas clausurantes de nuestra ficción.

            En De Gua’u hay claves de interpretación. Este libro de los 80, que ahora es otro aunque sea el mismo, inscribe las primeras faltas, los primeros abusos de Canese, lo primero idecidible.
           
Es ingenuo preguntarte qué quiere decir Canese. Todo lo que él dice de pronto se vuelve esquivo. Ahora, después de preguntarte qué es lo que quiere decir el juego, ves que quizás el juego quiera decir-se, y se dice.
           
Sin embargo, lo que queda no es una forma vacía, la palabra no se queda sola, pero se ha capturado el instante en el que la palabra tiembla de frío, está a punto de dejar de vibrar.  Digamos que Canese escribiera como si se tratara de una anécdota, de una crónica. A veces la anécdota se refiere a la propia escritura, la cróncia se dilata, se diluye en el recuento de los titubeos y tartamudeos, las indecisiones del escribidor, la vacilación disléxica. La voz se quiebra, porque la palabra lúbrica penetra un cuerpo donde no caben tantas palabras, ajasuru, y el cuerpo gime.
            El cuerpo se recupera, y Canese también. Salva la distancia que provocó gua’u con su voz de ventrílocuo que suena fuera de los cuerpos y que se mete en los cuerpos ajenos, como un eco, y se evoca, se nombra, se convoca. El kanesismo es la apuesta a un nombre, pero también es la expropiación de un nombre, la destrucción del nombre y la reducción a su cifra mínima: la letra k.
            En esta nueva edición, un texto que había sido pensado en vertical se presenta de forma horizontal. Horizontal es la posición del sueño y horizontal también la muerte. El polvo se mueve horizontalmente, y los paredones de polvo viajan por doquier; a veces se posan, sólo por un tiempo, hasta que el viento vuelva a desalojarlos. De arriba abajo, movés la cabeza para asentir, porque es verdad. Porque es de gua’u, ahora leés negando, no sea que el ángel de la muerte piense que el cuento es cierto. Nuestro rito de prevención de engaños.




31 de agosto de 2013
Libroferia de Asunción, Paraguay

1 comentario:

Anselmo dijo...

Gostaria que desse uma olhada em um texto que publiquei recentemente. Ele pode ser acessado em:

http://www.cadernosdeletras.uff.br/images/stories/edicoes/45/diversa1.pdf

Forte abraço,

Anselmo Peres Alós
anselmoperesalos@gmail.com