lunes, 24 de marzo de 2014

MENTIRA RELATIVA/Abcolor.me y la democracia simbólica



Por Damián Cabrera


Dentro de una sola cultura,
allí donde reinaría unánimemente un concepto estable de mentira,
 puede cambiar la experiencia social,
la interpretación y la puesta en práctica del mentir.

Jacques Derrida



            Diversas fechas y diversos lugares han visto cómo la veracidad, los límites de la verdad constatable y los dispositivos de la mentira han suscitado controversias y proyectos, surcando prácticas humanas como la ciencia, la política o la poesía. El discurso político ha sido juzgado bajo los filtros de la ética, la moral (religiosa o no) y la razón sacralizada; se han cuestionado sus despliegues retóricos y el engaño intencionado que podrían ocultar las palabras; que a su vez, a veces, también podrían encubrir a quien las enuncia. Se podría sugerir que el contorno del concepto de libertad de expresión, un derecho universalizado, no se mostraría igualitariamente  a todos los sujetos o sectores de una sociedad, al menos en lo que respecta a las capacidades y condiciones que necesitarían para articular las verdades propias y específicas o para hacerlas audibles, en la hegemonía del capitalismo y la información, que supone una particular distribución de poderes. Asimismo, esos contornos del derecho no están de tal forma delineados que no haya dudas acerca del alcance y los límites de las libertades individuales y colectivas, o corporativas.
            Muchas variables relativizan las verdades narrativas. El relato testimonial y el relato testifical tienen pesos distintos según el lugar de enunciación desde el cual se producen.
Del mismo modo, no todos los individuos, estados, comunidades o corporaciones tienen el mismo  poder discursivo. Martín Hopenhayn sugiere que “la asimetría entre emisores y receptores en el intercambio simbólico se convierte en un problema político, de lucha por ocupar espacios de emisión/recepción, por constituirse en interlocutor visible y en voz audible” (Hopenhayn, 2000: 72). Por su parte, Nelly Richard observa que:

“Tanto las acciones como “los juegos de lenguajes” siguen condicionados por divisiones y asimetrías de poder que, en el caso de las periferias culturales, obstruyen el flujo multilateral de sus signos, bloqueando vías de reciprocidad en el intercambio de los mensajes entre destinadores y destinatarios” (Richard, 1998)

Pero algunas de esas acciones pueden tener la capacidad de desbloquear esas vías y proponer un flujo alternativo de los sentidos.º
            En octubre de 2012, una plataforma virtual de publicación de artículos, ABColor.me, parodiando la versión digital del periódico ABC Color, de Paraguay, posibilitó a lectores, que habitualmente estarían clausurados en el lugar del espectador, convertirse en productores de sus propios artículos, jugándose desde el territorio de la mentira, de la ficción parodiadora, para contestar la producción de sentidos de un medio por el cual ellos no se sienten representados.
Excepcionalmente, los periódicos paraguayos publican textos de lector –me pregunto qué tanta es la demanda, me pregunto por la calidad de los textos enviados; por qué filtros de edición debería pasar un texto de lector para poder ser publicado en un medio que tiene sus propios requisitos y necesidades editoriales-. Además de la enorme capacidad de agencia y el costo operativo que demanda mantener en circulación un medio de comunicación impreso, es de suponer que se priorice la línea editorial del medio; es un fenómeno poco constatable en Paraguay, pero algunos medios, para validar su propio discurso editorial proponen una producción plural de contenidos en lo que respecta a las posiciones que pueden asumir los periodistas.
La ficción es una mentira: Es producir una ilusión con el fin de engañar al lector; pero un espejismo que podría ser iluminador en tanto hace aparecer de forma artificial aquello oculto. Es lo que el arte persigue, iluminar el reverso de la realidad.
Esperamos de los medios informativos de comunicación que estos produzcan contenidos veraces. El deber de la veridicidad racional es un principio muy antiguo, pero el distanciamiento que produce la verdad también lo es. Nietzsche ya advertía que el lenguaje humano, recortado por procedimientos metonímicos, ya se habría distanciado demasiado de una posible equivalencia entre el nombre y lo nombrado, a tal punto que nos resultaría imposible alcanzar la verdad por medio de las palabras. Pero creo que la mentira también ofrece posibilidades maravillosas: Mediante ella podemos alejarnos de la experiencia verificable e ingresar a otros universos y registros, sin los cuales la ficción y la empatía no serían posibles.
Algunos conceptúan a ABC Color como un periódico tendencioso y poco objetivo. Su línea editorial podría ser calificada como de derecha nacionalista. Ha sido criticado desde diversas posiciones  -incluso por algunos intelectuales de derecha que trabajan en el propio medio-, y asimismo ha sido objeto de campañas populares de desacreditación (como la campaña “ABC Ijapu” o “ABC Miente”).
La acción de ABColor.me consistió en tratar de equilibrar las tensiones entre la veridicidad requerida y la acusación de falseamiento. Pero ese decir-veraz que se estima distanciado o ausente en ABC Color es reclamado a través de la parodia, de una mentira, de la substitución que supone el contra-decir.
Este fenómeno en el que se confrontan dos claves de asunción del engaño, nos permite preguntarnos por la mentira, su relación con los medios de comunicación, y la democratización simbólica que desarreglaría los lugares clausurados a los que estarían destinados quienes tienen un menor poder discursivo. ¿Cuáles podrían constituir estrategias de audibilidad en una escena en la que la producción y puesta en circulación de sentido estaría estratificada? ¿Cuáles podrían ser los alcances del uso de la mentira? ¿Estamos autorizados a hablar sobre ella?



La mentira mediática

Dadas las características de los mecanismos de puesta en circulación de la información en Paraguay, al menos en lo que respecta a los medios corporativos de comunicación –que a su vez son reproducidos, por ejemplo, por las radios comunitarias-, los periódicos de circulación nacional juegan un papel importante en la construcción del sentido colectivo y de la interpretación del presente. Todas las mañanas, cientos de comunicadores leen al aire los titulares de los periódicos, y millones de paraguayos los escuchan. Probablemente, ABC Color sea el periódico de mayor circulación en Paraguay, y como tal reúne las condiciones más favorables para instalar más cerca del centro de irradiación de información su interpretación de la verdad.
Asumo que muchos medios, como ABC Color –pero no como todos los medios-, podrían ser muy objetivos, por ejemplo, en la cobertura de noticias policiales, pero me atrevo a hablar de “interpretación”, cuando los contenidos producidos y publicados por los medios se refieren a cuestiones políticas y sociales. Asumiendo que ABC Color tiene una línea editorial que podría cambiar el signo de sus contenidos, por muy objetivos que estos pretendan ser, creo que necesitamos rever nuestra expectativa y ejercitar (y ejercer) una lectura que nos permita discernir entre lo informativo y lo propagandístico. No es difícil advertir en ABC Color motes, apodos, bastardillas, comillas, y otros juegos del lenguaje que nuestra expectativa consideraría admisibles en una columna de opinión y reprochables en un artículo de naturaleza informativa. Pero también es necesario subrayar que los medios alternativos también podrían estar igual de viciados.
¿Desde dónde se le puede reprochar a ABC Color producir y poner en circulación su discurso, aun cuando su contenido sea falseado,  si a la vez estamos a favor de la libertad de expresión? ¿Con qué autoridad podemos nosotros afirmar que ABC Color miente? ¿Con qué autoridad podemos nosotros hablar de la mentira? ¿Acaso las emisiones de quienes se manifiestan en oposición a este medio tampoco están inscriptas y producidas desde una particular y específica interpretación de la realidad? Si la línea editorial de ABC Color nos permite hablar de “interpretación” en sus informaciones sobre política, economía y sociedad, ¿qué nos haría pensar que el contenido de un medio alternativo, por ejemplo E’a, tampoco impone una clave interpretativa propia que circunscribe el sentido de sus contenidos?
Valga una aclaración: Si los periodistas de medios alternativos se equivocan, no están mintiendo: “Se puede estar en el error, engañarse sin tratar de engañar, y por consiguiente, sin mentir” (Derrida, 1995). ¿Miente un medio corporativo cuando se equivoca, o cuando es impreciso? Seguramente no. Pero la persistencia en el error, aun cuando haya constatación del mismo, la vaguedad constante, podría hacernos pensar en un programa. Derrida sugiere que “no se miente si se cree en lo que se dice, aún cuando sea falso” (Ibídem). Pero aun cuando los periodistas de ABC Color crean en lo que opinan, me resulta difícil pensar en este medio como una comunicación producida por un autor coral; antes bien como una selección de textos curada con fines específicos –¿a través del engaño?-(1). ¿Y están en su derecho de hacerlo?
Por otro lado, resguardados en el anonimato que la plataforma posibilita, en pocas horas miles de artículos fueron publicados en ABColor.me. El rastreo de las autorías resultaría muy dificultoso. A diferencia de lo que ocurre en ABC Color, paradójicamente, en esta plataforma los emisores se multiplicaron hasta tal punto que todo Yo desapareció.
A ciertas teorías literarias les ha dado por afirmar que toda escritura es colectiva, puesto que el autor es una función social que cataliza los ideales comunitarios por medio de la palabra. Pero la escritura también es un gesto individual de diferencia.
No se le puede reprochar a la línea editorial de un medio que asuma una postura, pero nuestro particular sentido de justicia nos hace preguntarnos acerca de la forma que asume esa postura, y mucho más cuando esa postura nos afrenta, nos hiere, porque nos encierra en su representación de nosotros, como creo que hace ABC Color. Y lo que creo que pretendió ABColor.me es hacer una forma de justicia.
Resulta, también, que ABC Color tiene una función hegemónica en el espectro de medios de comunicación, y su línea editorial esencialista, y la oposición de ésta a ciertas políticas públicas que podrían beneficiar a sectores menos favorecidos, es vista por algunos como una negadora de futuros y de diferencias; y en Paraguay, esa negación se instalaría en el pensamiento colectivo y se efectivizaría a través de los mecanismos de puesta en circulación de la información –con todos sus contenidos ideológicos implícitos-.
En ese sentido, acciones colectivas como la que propició la plataforma ABColor.me constituirían intervenciones contra-hegemónicas de democratización simbólica. No el mero chiste, no la mera parodia, sino la denuncia, la puesta en evidencia de una verdad a través de la mentira, para desactivar o intimar a reformular el artificio. Este es uno de los caminos por los cuales la mentira relativa puede devenir mentira develadora, para negar o evidenciar las verdades absolutas que cristalizó una mentira, una interpretación. ABColor.me jugó a la mentira con las estrategias del híbrido y el infiltrado que valiéndose de su capacidad mimética desestabiliza el interior de un mecanismo en función de un afuera, en los bordes del reconocimiento; llegando a perturbar la autorización de la autoridad hegemónica, si se llegara a comprobar que efectivamente Tigo y Personal, los principales proveedores de internet en Paraguay (2) censuraron la página de ABColor.me.



Mentira reveladora

Ante la pregunta retórica formulada en el periódico E’a acerca de quién miente más, si ABC Color o ABColor.me, podemos afirmar, con humor, que el segundo es un medio engañoso, pero en tanto parodia, en tanto ficción asumida. Sin embargo, Derrida retoma a San Agustín y afirma que “mentir es querer engañar al otro, y a veces aún diciendo la verdad. Se puede decir lo falso sin mentir, pero también se puede decir la verdad con la intención de engañar, es decir mintiendo” (Derrida, 1995). Entonces, un medio, aunque diga la verdad, miente cuando disimula, miente cuando omite deliberadamente. Miente ABC Color cuando expone números, miente cuando dice la verdad en función de un engaño, miente la mentira del Estado cuando circunscribe al individuo, miente el Mercado y el capitalismo cuando azuza el deseo del vacío. Cualquiera de nosotros miente.
 Lo que hace la ficción de la parodia es reproducir un acontecimiento, un discurso, doblar un personaje, torciéndolo para criticarlo, empleando recursos irónicos. Se ha dicho desde distintos lugares, y en diversos sentidos, que la ficción puede ser liberadora.

“Al lenguaje de la ficción se le pide una conversión simétrica. Este debe dejar de ser el poder que incansablemente produce y hace brillar las imágenes, y convertirse por el contrario en la potencia que las desata, las aligera de todos sus lastres, las alienta con una transparencia interior que poco a poco las ilumina hasta hacerlas explotar y las dispersa en la ingravidez de lo inimaginable” (Foucault, 1966: 10).

            Me arriesgo a asumir que esa explosión y esa dispersión de imágenes desatadas de las que habla Foucault podrían salpicar la rigidez de la realidad, para ayudar a reinventarla. Antes que mentira como usurpación y engaño, ABColor.me escenifica una contra-verdad lúdica, en forma de epifanía.
           


NOTAS

1.      Pienso en la Biblia, en sus decenas de autores desmultiplicados y distanciados de su propio texto, y por él mismo ocultados, cuando se afirma que esa polifonía es llanamente “palabra de Dios”, uno solo, único.

2.      Recordamos que Aldo Zucolillo, propietario de ABC Color, es accionista de la empresa de telefonía móvil Personal, desde la cual no se pudo acceder a la página ABColor.me



BIBLIOGRAFÍA

Derrida, Jacques. 1995. Historia de la mentira: Prolegómenos. Conferencia dictada en Buenos Aires organizada por la Facultad de Filosofía y Letras y por la Universidad de Buenos Aires. (Buenos Aires: Edición digital de Derrida en castellano).
Consultado en fecha: Octubre de 2012

Foucault, Michel. 1966. El pensamiento del afuera. Trad. Manuel Arranz Lázaro. (Chile: Escuela de Filosofía, Universidad de ARCIS).
Disponible en:
Consultado en fecha: Octubre de 2012


Richard, Nelly. 1998. “Intersectando Latinoamérica con el latinoamericanismo: Discurso académico y crítica cultural” en Teorías sin disciplina (latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate). (México: Miguel Ángel Porrúa)