lunes, 13 de julio de 2009

CRÓNICAS BIZANTINAS: So(/u)ci(a)edad

No puedo evitar sentirme culpable en un lugar como éste; me llena de pánico tanta pulcritud, tanto aseo y caras bonitas, y peinados y esa ostentación ignorante que parece caracterizar a ****. Me encanta C***, pero me hace mal verlo expuesto junto al cajero automático y las cabinas telefónicas. Puedo refugiarme en la cafetería (todas se parecen demasiado como para que cualquier atisbo de exclusividad gane suficiente fuerza como para atacarme). Tomo la taza de café con ambas manos, con la punta de los dedos de ambas manos; me enfrento a ella, la aspiro y la nariz se me humedece como si me sudara; acerco la boca y sorbo con dolorosa fruición el café cargado, quemado y amargo. Sorbo, mastico la dureza virtual del café y lo ablando para tragarlo sin que se rebele. A cada sorbo, voy desapareciendo mi cabeza de avestruz en mi cuello versátil de engullidor de espadas (en mi cuello quelonio); voy sorbiéndome, tragándome, desapareciéndome, hasta terminar reducido a una oscura, a una gota negra sobre las baldosas y mis apuntes son asquerosas palomas en Asunción.

No hay comentarios: