Por Damián Cabrera
Dentro de
una sola cultura,
allí donde
reinaría unánimemente un concepto estable de mentira,
puede cambiar la experiencia social,
la
interpretación y la puesta en práctica del mentir.
Jacques Derrida
Diversas fechas y diversos lugares
han visto cómo la veracidad, los límites de la verdad constatable y los
dispositivos de la mentira han suscitado controversias y proyectos, surcando
prácticas humanas como la ciencia, la política o la poesía. El discurso
político ha sido juzgado bajo los filtros de la ética, la moral (religiosa o
no) y la razón sacralizada; se han cuestionado sus despliegues retóricos y el
engaño intencionado que podrían ocultar las palabras; que a su vez, a veces,
también podrían encubrir a quien las enuncia. Se podría sugerir que el contorno
del concepto de libertad de expresión, un derecho universalizado, no se
mostraría igualitariamente a todos los
sujetos o sectores de una sociedad, al menos en lo que respecta a las
capacidades y condiciones que necesitarían para articular las verdades propias
y específicas o para hacerlas audibles, en la hegemonía del capitalismo y la
información, que supone una particular distribución de poderes. Asimismo, esos
contornos del derecho no están de tal forma delineados que no haya dudas acerca
del alcance y los límites de las libertades individuales y colectivas, o
corporativas.
Muchas variables relativizan las
verdades narrativas. El relato testimonial y el relato testifical tienen pesos
distintos según el lugar de enunciación desde el cual se producen.
Del mismo modo,
no todos los individuos, estados, comunidades o corporaciones tienen el
mismo poder discursivo. Martín Hopenhayn
sugiere que “la asimetría entre emisores y receptores
en el intercambio simbólico se convierte en un problema político, de lucha por
ocupar espacios de emisión/recepción, por constituirse en interlocutor visible
y en voz audible” (Hopenhayn, 2000: 72). Por su parte, Nelly Richard observa que:
“Tanto las acciones como “los juegos de lenguajes”
siguen condicionados por divisiones y asimetrías de poder que, en el caso de
las periferias culturales, obstruyen el flujo multilateral de sus signos,
bloqueando vías de reciprocidad en el intercambio de los mensajes entre
destinadores y destinatarios” (Richard, 1998)
Pero algunas de esas acciones pueden tener la capacidad de desbloquear esas
vías y proponer un flujo alternativo de los sentidos.º
En octubre de 2012, una plataforma virtual
de publicación de artículos, ABColor.me, parodiando la versión digital del
periódico ABC Color, de Paraguay, posibilitó a lectores, que habitualmente
estarían clausurados en el lugar del espectador, convertirse en productores de
sus propios artículos, jugándose desde el territorio de la mentira, de la
ficción parodiadora, para contestar la producción de sentidos de un medio por
el cual ellos no se sienten representados.
Excepcionalmente, los periódicos paraguayos publican textos de lector –me
pregunto qué tanta es la demanda, me pregunto por la calidad de los textos
enviados; por qué filtros de edición debería pasar un texto de lector para
poder ser publicado en un medio que tiene sus propios requisitos y necesidades
editoriales-. Además de la enorme capacidad de agencia y el costo operativo que
demanda mantener en circulación un medio de comunicación impreso, es de suponer
que se priorice la línea editorial del medio; es un fenómeno poco constatable
en Paraguay, pero algunos medios, para validar su propio discurso editorial proponen
una producción plural de contenidos en lo que respecta a las posiciones que pueden
asumir los periodistas.
La ficción es una mentira: Es producir una ilusión con el fin de engañar al
lector; pero un espejismo que podría ser iluminador en tanto hace aparecer de
forma artificial aquello oculto. Es lo que el arte persigue, iluminar el
reverso de la realidad.
Esperamos de los medios informativos de comunicación que estos produzcan
contenidos veraces. El deber de la veridicidad racional es un principio muy
antiguo, pero el distanciamiento que produce la verdad también lo es. Nietzsche
ya advertía que el lenguaje humano, recortado por procedimientos metonímicos,
ya se habría distanciado demasiado de una posible equivalencia entre el nombre
y lo nombrado, a tal punto que nos resultaría imposible alcanzar la verdad por
medio de las palabras. Pero creo que la mentira también ofrece posibilidades
maravillosas: Mediante ella podemos alejarnos de la experiencia verificable e
ingresar a otros universos y registros, sin los cuales la ficción y la empatía
no serían posibles.
Algunos conceptúan a ABC Color como un periódico tendencioso y poco
objetivo. Su línea editorial podría ser calificada como de derecha
nacionalista. Ha sido criticado desde diversas posiciones -incluso por algunos intelectuales de derecha
que trabajan en el propio medio-, y asimismo ha sido objeto de campañas
populares de desacreditación (como la campaña “ABC Ijapu” o “ABC Miente”).
La acción de ABColor.me consistió en tratar de equilibrar las tensiones
entre la veridicidad requerida y la acusación de falseamiento. Pero ese decir-veraz
que se estima distanciado o ausente en ABC Color es reclamado a través de la
parodia, de una mentira, de la substitución que supone el contra-decir.
Este fenómeno en el que se confrontan dos claves de asunción del engaño, nos
permite preguntarnos por la mentira, su relación con los medios de
comunicación, y la democratización simbólica que desarreglaría los lugares
clausurados a los que estarían destinados quienes tienen un menor poder
discursivo. ¿Cuáles podrían constituir estrategias de audibilidad en una escena
en la que la producción y puesta en circulación de sentido estaría
estratificada? ¿Cuáles podrían ser los alcances del uso de la mentira? ¿Estamos
autorizados a hablar sobre ella?
La mentira mediática
Dadas las características de los mecanismos de puesta en circulación de la
información en Paraguay, al menos en lo que respecta a los medios corporativos
de comunicación –que a su vez son reproducidos, por ejemplo, por las radios
comunitarias-, los periódicos de circulación nacional juegan un papel
importante en la construcción del sentido colectivo y de la interpretación del
presente. Todas las mañanas, cientos de comunicadores leen al aire los
titulares de los periódicos, y millones de paraguayos los escuchan.
Probablemente, ABC Color sea el periódico de mayor circulación en Paraguay, y
como tal reúne las condiciones más favorables para instalar más cerca del
centro de irradiación de información su interpretación de la verdad.
Asumo que muchos medios, como ABC Color –pero no como todos los medios-,
podrían ser muy objetivos, por ejemplo, en la cobertura de noticias policiales,
pero me atrevo a hablar de “interpretación”, cuando los contenidos producidos y
publicados por los medios se refieren a cuestiones políticas y sociales.
Asumiendo que ABC Color tiene una línea editorial que podría cambiar el signo
de sus contenidos, por muy objetivos que estos pretendan ser, creo que
necesitamos rever nuestra expectativa y ejercitar (y ejercer) una lectura que
nos permita discernir entre lo informativo y lo propagandístico. No es difícil
advertir en ABC Color motes, apodos, bastardillas, comillas, y otros juegos del
lenguaje que nuestra expectativa consideraría admisibles en una columna de
opinión y reprochables en un artículo de naturaleza informativa. Pero también
es necesario subrayar que los medios alternativos también podrían estar igual
de viciados.
¿Desde dónde se le puede reprochar a ABC Color producir y poner en
circulación su discurso, aun cuando su contenido sea falseado, si a la vez estamos a favor de la libertad de
expresión? ¿Con qué autoridad podemos nosotros afirmar que ABC Color miente?
¿Con qué autoridad podemos nosotros hablar de la mentira? ¿Acaso las emisiones
de quienes se manifiestan en oposición a este medio tampoco están inscriptas y
producidas desde una particular y específica interpretación de la realidad? Si
la línea editorial de ABC Color nos permite hablar de “interpretación” en sus
informaciones sobre política, economía y sociedad, ¿qué nos haría pensar que el
contenido de un medio alternativo, por ejemplo E’a, tampoco impone una clave
interpretativa propia que circunscribe el sentido de sus contenidos?
Valga una aclaración: Si los periodistas de medios alternativos se
equivocan, no están mintiendo: “Se puede estar en el error, engañarse sin
tratar de engañar, y por consiguiente, sin mentir” (Derrida, 1995). ¿Miente un
medio corporativo cuando se equivoca, o cuando es impreciso? Seguramente no. Pero
la persistencia en el error, aun cuando haya constatación del mismo, la
vaguedad constante, podría hacernos pensar en un programa. Derrida sugiere que
“no se miente si se cree en lo que se dice, aún cuando sea falso” (Ibídem). Pero
aun cuando los periodistas de ABC Color crean en lo que opinan, me resulta
difícil pensar en este medio como una comunicación producida por un autor
coral; antes bien como una selección de textos curada con fines específicos –¿a
través del engaño?-(1). ¿Y están en su derecho de hacerlo?
Por otro lado, resguardados en el anonimato que la plataforma posibilita,
en pocas horas miles de artículos fueron publicados en ABColor.me. El rastreo
de las autorías resultaría muy dificultoso. A diferencia de lo que ocurre en
ABC Color, paradójicamente, en esta plataforma los emisores se multiplicaron
hasta tal punto que todo Yo desapareció.
A ciertas teorías literarias les ha dado por afirmar que toda escritura es
colectiva, puesto que el autor es una función social que cataliza los ideales
comunitarios por medio de la palabra. Pero la escritura también es un gesto
individual de diferencia.
No se le puede reprochar a la línea editorial de un medio que asuma una
postura, pero nuestro particular sentido de justicia nos hace preguntarnos
acerca de la forma que asume esa postura, y mucho más cuando esa postura nos
afrenta, nos hiere, porque nos encierra en su representación de nosotros, como
creo que hace ABC Color. Y lo que creo que pretendió ABColor.me es hacer una
forma de justicia.
Resulta, también, que ABC Color tiene una función hegemónica en el espectro
de medios de comunicación, y su línea editorial esencialista, y la oposición de
ésta a ciertas políticas públicas que podrían beneficiar a sectores menos
favorecidos, es vista por algunos como una negadora de futuros y de diferencias;
y en Paraguay, esa negación se instalaría en el pensamiento colectivo y se
efectivizaría a través de los mecanismos de puesta en circulación de la
información –con todos sus contenidos ideológicos implícitos-.
En ese sentido, acciones colectivas como la que propició la plataforma
ABColor.me constituirían intervenciones contra-hegemónicas de democratización
simbólica. No el mero chiste, no la mera parodia, sino la denuncia, la puesta
en evidencia de una verdad a través de la mentira, para desactivar o intimar a
reformular el artificio. Este es uno de los caminos por los cuales la mentira
relativa puede devenir mentira develadora, para negar o evidenciar las verdades
absolutas que cristalizó una mentira, una interpretación. ABColor.me jugó a la
mentira con las estrategias del híbrido y el infiltrado que valiéndose de su
capacidad mimética desestabiliza el interior de un mecanismo en función de un
afuera, en los bordes del reconocimiento; llegando a perturbar la autorización
de la autoridad hegemónica, si se llegara a comprobar que efectivamente Tigo y Personal,
los principales proveedores de internet en Paraguay (2) censuraron la página de
ABColor.me.
Mentira reveladora
Ante la pregunta retórica formulada en el periódico E’a acerca de quién
miente más, si ABC Color o ABColor.me, podemos afirmar, con humor, que el
segundo es un medio engañoso, pero en
tanto parodia, en tanto ficción asumida. Sin embargo, Derrida retoma a San
Agustín y afirma que “mentir es querer engañar al otro, y a veces aún diciendo
la verdad. Se puede decir lo falso sin mentir, pero también se puede decir la
verdad con la intención de engañar, es decir mintiendo” (Derrida, 1995).
Entonces, un medio, aunque diga la verdad, miente cuando disimula, miente cuando
omite deliberadamente. Miente ABC Color cuando expone números, miente cuando
dice la verdad en función de un engaño, miente la mentira del Estado cuando
circunscribe al individuo, miente el Mercado y el capitalismo cuando azuza el
deseo del vacío. Cualquiera de nosotros miente.
Lo que hace la ficción de la parodia
es reproducir un acontecimiento, un discurso, doblar un personaje, torciéndolo
para criticarlo, empleando recursos irónicos. Se ha dicho desde distintos
lugares, y en diversos sentidos, que la ficción puede ser liberadora.
“Al lenguaje de la ficción se le pide una
conversión simétrica. Este debe dejar de ser el poder que incansablemente
produce y hace brillar las imágenes, y convertirse por el contrario en la
potencia que las desata, las aligera de todos sus lastres, las alienta con una
transparencia interior que poco a poco las ilumina hasta hacerlas explotar y
las dispersa en la ingravidez de lo inimaginable” (Foucault, 1966: 10).
Me arriesgo a asumir que esa
explosión y esa dispersión de imágenes desatadas de las que habla Foucault
podrían salpicar la rigidez de la realidad, para ayudar a reinventarla. Antes
que mentira como usurpación y engaño, ABColor.me escenifica una contra-verdad
lúdica, en forma de epifanía.
NOTAS
1.
Pienso
en la Biblia, en sus decenas de autores desmultiplicados y distanciados de su
propio texto, y por él mismo ocultados, cuando se afirma que esa polifonía es
llanamente “palabra de Dios”, uno solo, único.
2.
Recordamos
que Aldo Zucolillo, propietario de ABC Color, es accionista de la empresa de
telefonía móvil Personal, desde la cual no se pudo acceder a la página
ABColor.me
BIBLIOGRAFÍA
Derrida, Jacques.
1995. Historia de la mentira: Prolegómenos. Conferencia dictada en Buenos Aires
organizada por la Facultad de Filosofía y Letras y por la Universidad de Buenos
Aires. (Buenos Aires: Edición digital de Derrida en castellano).
Consultado en
fecha: Octubre de 2012
Foucault, Michel.
1966. El pensamiento del afuera. Trad. Manuel Arranz Lázaro. (Chile: Escuela de
Filosofía, Universidad de ARCIS).
Disponible en:
Consultado en fecha: Octubre de 2012
Richard, Nelly.
1998. “Intersectando Latinoamérica con el latinoamericanismo: Discurso
académico y crítica cultural” en Teorías
sin disciplina (latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate).
(México: Miguel Ángel Porrúa)